sábado, 7 de septiembre de 2013

Ahora en Los Jardines de Coursiana de La Romieu

Santa Teresa era motivo de altares en mi familia porque según me cuentan, ella se le apareció a mi abuelo, Tiberio Isaza Correa, y evitó una tragedia. Mi papá sin ser un católico muy practicante, tenía un busto de Santa Teresita en su mesa de noche.

Al entrar a la iglesia de La Romieu (Gers – Sur occidente de Francia) reconocí inmediatamente su mirada amorosa. Fue como encontrarme con una vieja conocida y sin mucho cavilar recordé la oración que tanto bien me ha hecho en los últimos años:

Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda.
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.



Arriba: estatua de Santa Teresa de Jesús en la Iglesia de La Collégiale de la Romieu (abajo). Esta es la vista de la iglesia desde la finca donde estamos.

Foto de: http://www.fotocommunity.fr/pc/pc/display/22114750

Llegamos a este pueblo el lunes 2 de septiembre, luego de unos días de turismo en San Rafael (Costa Azul) y en Paris. Nos despedimos del gran Philippe Chavignon el 29 de agosto con abrazos, besos y un par de lágrimas de mi parte y tomamos el covoiturage que nos llevaría a Paris para pasar un maravilloso fin de semana en compañía de gente que llevamos en el corazón.

Al llegar a Agen nos recogió en la estación del tren Jean, un campesino de no más de 25 años, quien nos llevó hasta Los Jardines de Coursiana - http://www.jardinsdecoursiana.com - En la casa nos esperaban los esposos Veronique y Arnaud Delanoy que junto a nuestro amable conductor y a varios hijos más, conforman la gran familia que nos acogerá hasta el veinticuatro de septiembre.

Llegamos antes de las nueve de la noche y saludamos a toda la familia, que se presentaban muy amablemente uno por uno, luego entramos a nuestro cuarto con cama doble, closet y baño, para dejar las maletas e inmediatamente nos llamaron para compartir la mesa con una docena de comensales con quienes intercambiábamos frases amables y sonrisas generosas. Yo, más risas que palabras porque el francés todavía no se me da, aunque debo aceptar que el oído empieza a familiarizarse con el idioma.

En la casa sólo viven los esposos y las dos hijas menores aunque vemos frecuentemente a Jean y a Pierre, porque trabajan en la empresa familiar.




                                                            Esta es la vista de nuestro cuarto

En esta finca estamos a disposición de Veronique y le ayudamos en todas las tareas propias de los jardines como cosechar frambuesas, moras o fresas, cortar el pasto, regar las matas, pelar y cortar duraznos para la compota, desyerbar y muchas otras tareas que más que esfuerzo físico demandan tiempo y algo de paciencia.

A mi esposa le toca ayudar a atender a los clientes que pagan por visitar los jardines y luego toman un café o un helado o compran alguno de los productos de la tienda como vegetales frescos, frutas recién cosechadas, mermeladas caseras, conservas o miel; todos producidos con la materia prima de la propia finca.

Ahora bien, los jardines son como el corazón de la finca que tiene una extensión considerable de cultivos de ciruela. La fruta se seca en una planta de buen tamaño que también pertenece a la familia y muy cerca queda la casa de la Mamá de Veronique donde hay una piscina muy chévere que está a nuestra disposición.


Cultivos de ciruela

Todo va muy bien, yo me siento tranquilo en un lugar en el que nuestra ayuda es necesaria y la relación con la familia anfitriona es equilibrada y muy amable pese a que mi limitación de idioma me aleja un poco de mayores intercambios con ellos.

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