viernes, 2 de agosto de 2013

Miel y Lavanda en los Alpes Marítimos de Francia


El domingo 28 de julio quedamos de encontrarnos con Philippe Chavignon en Guillaumes a las 6:35 de la tarde y nosotros llegamos allí a las 6:30 luego de dejar Niza y atravesar una carretera con un paisaje hermoso. Es un cañón con precipicios pronunciados, de color rojizo y el bus pareciera ser muy grande para la angosta carretera que está cuidadosamente construida en las laderas de las montañas con 17 túneles que nos adentraron en los Alpes Marítimos, el Departamento donde estamos ahora en su zona rural.

A las 6:35 nos encontramos con Philippe quien estaba acompañado por su primo y en sus dos carros subimos a la finca. Camila se fue con el primo y yo con Philipe porque él habla muy buen español, además de inglés y esperanto, y su primo sólo habla francés. La conversación fluyó en los dos carros y al llegar a la finca encontramos un edificio agrícola de dos plantas y en un piso intermedio está el hogar de Philippe. Allí compartimos la preparación de las comidas con largas conversaciones sobre Colombia, Latinoamérica, espiritualidad y otros temas que hacen que se nos pasen horas hablando. En su casa hay una ducha con agua caliente gracias a la energía solar y se ve como un vividero muy agradable.



Nosotros estamos durmiendo en una casa rodante pequeña y el baño se construye periódicamente con una pica y una pala. La vista desde nuestra nueva habitación está compuesta por un bosque de pinos interminable, la inmensidad de los Alpes franceses, el cañón y el río que lo atraviesa.



El primer día se nos sugirió descansar y, si queríamos, podíamos caminar hasta un lugar como a una hora subiendo la montaña para constatar si había lavanda lista para cortar. Así lo hicimos.



Durante la semana hemos trabajado en diferentes actividades. Hemos cortado lavanda acompañados de Philippe (con Camila en la foto) quien siempre nos explica las tareas y está listo a contestar preguntas pero adicionalmente tenemos conversaciones muy fluidas ya que tenemos mucho en común porque en sus innumerables viajes por el mundo ha estado en Colombia por temporadas largas.




En este lugar hay mucho trabajo por hacer y es un gusto colaborarle a Philippe, no sólo porque nos ha acogido amorosamente sino porque es un ser humano que enseña sin afán, con suavidad y sin hacer evidentes las preocupaciones evidentes de los pequeños agricultores.

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